Barnechea y su pasado de comisionista
Una
investigación congresal encabezada por Javier Diez Canseco describió, el 2002,
la participación que tuvo Alfredo Barnechea, al lado de Hernán Garrido Lecca y
José Mejía Regalado, en la compra irregular de acciones del fundo azucarero San
Jacinto.
El apriston quiere pasar piola como si
no pasara nada
Sabíamos
que Alfredo Barnechea, el candidato de Acción Popular a la presidencia, había
trabajado como asesor del Grupo Prisa, de la Constructora Sacyr y de la empresa
portuaria TCB. Lo que ignorábamos fue el papel que desempeñó en 1996, en pleno
fujimorismo, en la venta del fundo azucarero San Jacinto. El rol que jugó
Barnechea en la venta de acciones quedó recogido en una comisión del Congreso
que investigó los fraudes de las privatizaciones de las empresas del Estado en
pleno fujimorato. La historia de Alfredo Barnechea y San Jacinto se remonta a
1996.
Dos años
antes Alberto Fujimori había rubricado la “Ley de Saneamiento Económico -
Financiero de las Empresas Azucareras” que permitía a los cooperativistas
vender sus acciones para que las azucareras, entonces en manos de los
trabajadores, pudieran acceder a capital privado y los fundos se convirtieran
en sociedades anónimas. El objetivo era desaparecer el cooperativismo agrario.
Cuatro fueron las azucareras que inmediatamente se suscribieron a este nuevo
esquema empresarial: Chucarapi (Arequipa), San Jacinto (Chimbote), El Ingenio
(Huaura) y Paramonga (Barranca). Y de entre todos los dulces, San Jacinto, con sus
12 mil hectáreas, era el más apetitoso.
Con la
nueva ley y su respectivo reglamento corriendo, el 25 de noviembre de 1995 los
accionistas de San Jacinto se reunieron y nombraron una nueva junta directiva a
la que se le encargó como objetivo amoldarse a los nuevos tiempos. Al frente de
aquella junta fue elegido Antonio Becerril Rodríguez, hermano del actual
congresista Héctor Becerril. Como primera medida, Becerril anunció la
contratación de la consultora Futura S.A. para encargarle la evaluación de los
estados financieros y buscar inversionistas. Futura S.A. era una compañía que
había sido fundada un año antes en Chiclayo y que se presentaba como
representante de la firma inglesa ED & Man. Y si bien Futura S.A. tenía
como apoderado legal a Federico Cúneo, según medios periodísticos de la época,
los rostros visibles eran Alfredo Barnechea, el exministro aprista Hernán
Garrido Lecca y el ex asesor de imagen de AeroContinente José Mejía Regalado.
“El grupo
ED & Man de Inglaterra es el más grande comercializador de azúcar del
mundo, con representación en 42 países. En 1995, registró US$ 137 millones en
utilidades. Las gestiones de este grupo las estaría realizando en el Perú
Futura S.A. de Alfredo Barnechea”, publicó la revista “Caretas” el 28 de marzo
de 1996. Cabe precisar que Barnechea había trabajado durante años en aquella
publicación por lo que, es de suponer, la información era de primera mano. Poco
tiempo después del reportaje, Futura S.A. encontró a los inversionistas que
necesitaba San Jacinto para sacarla del problema financiero que atravesaba:
Corporación de Inversiones Progreso S.A.
Esta
firma, propiedad de la familia Picasso Candamo, ofrecía a la azucarera una
línea de crédito de 750 mil dólares con una tasa mensual de 1,5%. Becerril y
compañía aceptaron la inyección de dinero y además concedieron a Corporación de
Inversiones Progreso S.A. la posibilidad de ingresar en el accionariado de la
azucarera. Cuando los 750,000 dólares se agotaron, en mayo de 1996, a los
trabajadores y comuneros no les quedó otra salida que vender el 67% de la
empresa a Corporación de Inversiones Progreso S.A.
El costo
de la transacción fue S/. 1 por acción, lo que al final sumó 3’056,000 soles,
una cifra 10 veces menor de lo que en realidad valían las acciones, según los propios
estados financieros de la empresa. Futura S.A. y sus representantes, como decía
el acuerdo, se encargaron personalmente de tramitar la compra de las acciones a
los trabajadores y para ello instalaron una carpa en la plaza de armas de San
Jacinto.
Entretelones develados
Los
entretelones de la venta de San Jacinto no se conocieron hasta el año 2002,
cuando el Congreso nombró al parlamentario Javier Diez Canseco presidente de la
comisión que investigó las operaciones financieras y económicas realizadas por
Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos entre 1990 y 2000. La documentación
recabada durante las investigaciones fue tan copiosa que Diez Canseco decidió
abrir una investigación específica para el caso de San Jacinto. El 27 de marzo
del 2002 el grupo parlamentario de trabajo recibió el testimonio de tres
cooperativistas: Hipólito Luna Melgarejo, Fidel Chinchay Marino y Manuel Méndez
Villanueva. Los tres contaron detalles de cómo se produjo la venta y qué papel
jugó Alfredo Barnechea y la consultora Futura S.A. La transcripción de aquellos
testimonios dice así:
-Javier
Diez Canseco: En el caso de la empresa Futura Sociedad Anónima, ¿qué papel
jugaba en el caso del contrato de mutuo con garantías hipotecarias firmado
entre Corporación Inversiones Progreso y San Jacinto?
-Fidel
Chinchay: La compañía Futura se constituyó en Registros Públicos de Chiclayo,
era una intermediaria. Porque el 3 de marzo del 96 se acuerda traer a un
inversionista. Se acuerda en junta general buscar a un inversionista (…) y los
funcionarios contactan a Futura para que se encargue de llamar a los
inversionistas o de buscar a los inversionistas. Futura estaba integrada por
Federico Cúneo, José Mejía Regalado y Garrido Lecca.
-Diez
Canseco: ¿Cuál de los Garrido Lecca?
-
Chinchay: Hernán Garrido Lecca y Alfredo Barnechea.
-Diez
Canseco: ¿Y cómo sabe usted que esos eran los socios de Futura?
-Chinchay:
Por los contratos y porque ellos mismos compraban las acciones. Ellos
compraban, se sentaban ahí donde estaban vendiendo las acciones y estaban
firmando también, ellas están firmadas.
-Diez
Canseco: Vamos a ponernos de acuerdo, ¿compraba Corporación de Inversiones
Progreso o compraba Futura? Porque no pueden comprar dos a la vez.
-Chinchay:
No. Es que, por decir, cuando compraban las acciones, ahí se encontraba el
notario, sus funcionarios, su gente de confianza y ahí estaba Garrido Lecca,
Alfredo Barnechea, ahí estaban ellos. El testigo Hipólito Luna también mencionó
a Barnechea como actor principal en el remate de las acciones de San Jacinto,
catalogado como “irregular” por la comisión Diez Canseco.
-Hipólito
Luna: El señor José Mejía Regalado ha tenido mucho que ver en cuanto a la
transferencia de las acciones a nombre de la empresa Corporación Progreso,
porque él con otros señores, como en este caso Barnechea, Garrido Lecca, han
sido personajes que di- rectamente, como comisionistas, han intervenido en la
compra de las acciones, de eso hay pruebas. Y esto puede sustentarlo cualquier
accionista que haya vendido sus acciones.
Manuel
Méndez Villanueva, el tercer testigo, ratificó todo lo dicho por sus
antecesores, incluyendo los nombres de los protagonistas. En base a estos
testimonios, la Comisión Diez Canseco citó a Garrido Lecca, Mejía Regalado y
Alfredo Barnechea al Parlamento. Sólo los dos primeros asistieron. Sin embargo,
el testimonio de Garrido Lecca no obra en los archivos. Mejía Regalado confirmó
que trabajó para Futura S.A. y que se encargó de hacer el estudio de los
estados financieros de la azucarera. En su manifestación y ante la rigurosidad
de Diez Canseco, Mejía Regalado también confirmó que las acciones valían 10
soles, pero que se terminaron comprando a un sol a los trabajadores, jubilados
y comuneros de San Jacinto. El 29 de mayo del 2002 es la fecha en que Diez Canseco
presentó su informe final de la venta de San Jacinto, donde dice que el Estado,
a través de la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores (Conasev),
avaló la irregular transacción.
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