Dos pasos atrás, uno adelante
Al
inicio de gobierno escribí un editorial en la que se daba cuenta que la gestión
presidencial de PPK se remitiría a una política neoliberal, para ello plasmaría
la práctica del asistencialismo y pragmatismo económico.
Ha
transcurrido dos meses de gobierno y los problemas sociales están yendo de
menos a más. Empezó con las luchas sociales en Urubamba-Cuzco, luego las
protestas de Puno, Cajamarca y Tumbes, continuó con las marchas en Lima “ni una
menos” y hace pocos días “ni un sol menos”, pero hoy se llega a la cumbre del
conflicto social de la provincia de Islay con una paralización de 48 horas que
tiene como plataforma de lucha la inmediata construcción de la represa de
Paltuture a la cual la región de Puno pone obstáculos con argucias legales.
Si
bien en cada gobierno se suscitan medidas de fuerza por diferentes
reivindicaciones sociales, las actuales están cambiando a pasos agigantados;
son dos meses de gestión presidencial y ya se tiene al movimiento social en las
calles, va 60 días en que PPK no está logrando calar en apaciguar el
descontento popular y para ello ha puesto en marcha la gran mecedora, las mesas
de dialogo o mesas de negociación social, que hasta ahora le está dando
resultados óptimos, pero a su vez se van convirtiendo en bombas de tiempo que
pueden terminar en una gran manifestación social a escala nacional.
Es
bien cierto que el movimiento social del Perú sigue saliendo del repliegue en
que lo postró la dictadura genocida de Fujimori, lo otro es que este movimiento
social que está saliendo a las calles aún no tiene dirección, aun no logra
unificarse y llevar adelante una manifestación que permita reorientar la
política económica del gobierno derechista; creo que esto ha sido bien leído y
estudiado por los tecnócratas de PPK quienes consientes de la desarticulación
de las protestas sociales, están impulsando la primera línea económica de este
gobierno que consiste en soltar más dinero y hacer presente al Estado en
aquellas zonas olvidadas, sobre todo, con presencia minera.
Un
segundo paso a dar por este gobierno y que está por venir, es el pragmatismo
político fujimorista que la implementará fraccionado a un más al movimiento
social, y con ella, recurrir al miedo de la inestabilidad política y el respeto
por el estado de derecho a fin de garantizar el ingreso de las grandes
transnacionales tal como ha sido el compromiso en su viaje al exterior.
A
pesar de todos los avatares, el movimiento social debería comprender que si no
logran cuajar sus diferencias y no asumen conscientemente que requieren
unificar sus reivindicaciones en función de objetivos comunes o programas
mínimos, la derecha terminará por profundizar la criminalización de las
protestas sociales, bien reza el viejo adagio, “a rio revuelto, ganancia de
pescadores”.
Sergio Gonzales Apaza
Periodista
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