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miércoles, 18 de enero de 2017

Dos pasos atrás, uno adelante
                        
Al inicio de gobierno escribí un editorial en la que se daba cuenta que la gestión presidencial de PPK se remitiría a una política neoliberal, para ello plasmaría la práctica del asistencialismo y pragmatismo económico.

Ha transcurrido dos meses de gobierno y los problemas sociales están yendo de menos a más. Empezó con las luchas sociales en Urubamba-Cuzco, luego las protestas de Puno, Cajamarca y Tumbes, continuó con las marchas en Lima “ni una menos” y hace pocos días “ni un sol menos”, pero hoy se llega a la cumbre del conflicto social de la provincia de Islay con una paralización de 48 horas que tiene como plataforma de lucha la inmediata construcción de la represa de Paltuture a la cual la región de Puno pone obstáculos con argucias legales.

Si bien en cada gobierno se suscitan medidas de fuerza por diferentes reivindicaciones sociales, las actuales están cambiando a pasos agigantados; son dos meses de gestión presidencial y ya se tiene al movimiento social en las calles, va 60 días en que PPK no está logrando calar en apaciguar el descontento popular y para ello ha puesto en marcha la gran mecedora, las mesas de dialogo o mesas de negociación social, que hasta ahora le está dando resultados óptimos, pero a su vez se van convirtiendo en bombas de tiempo que pueden terminar en una gran manifestación social a escala nacional.

Es bien cierto que el movimiento social del Perú sigue saliendo del repliegue en que lo postró la dictadura genocida de Fujimori, lo otro es que este movimiento social que está saliendo a las calles aún no tiene dirección, aun no logra unificarse y llevar adelante una manifestación que permita reorientar la política económica del gobierno derechista; creo que esto ha sido bien leído y estudiado por los tecnócratas de PPK quienes consientes de la desarticulación de las protestas sociales, están impulsando la primera línea económica de este gobierno que consiste en soltar más dinero y hacer presente al Estado en aquellas zonas olvidadas, sobre todo, con presencia minera.

Un segundo paso a dar por este gobierno y que está por venir, es el pragmatismo político fujimorista que la implementará fraccionado a un más al movimiento social, y con ella, recurrir al miedo de la inestabilidad política y el respeto por el estado de derecho a fin de garantizar el ingreso de las grandes transnacionales tal como ha sido el compromiso en su viaje al exterior.

A pesar de todos los avatares, el movimiento social debería comprender que si no logran cuajar sus diferencias y no asumen conscientemente que requieren unificar sus reivindicaciones en función de objetivos comunes o programas mínimos, la derecha terminará por profundizar la criminalización de las protestas sociales, bien reza el viejo adagio, “a rio revuelto, ganancia de pescadores”.

Sergio Gonzales Apaza
Periodista

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