CADE de risa
En un artículo de Carlos
Meléndez con referencia al acontecimiento más importante del mundo empresarial
(CADE 2015), el politólogo efectuó un
análisis de lo ridículo que fue la presentación de los candidatos
presidenciales, las cuales, debe llevar a los peruanos a preguntarnos ¿es el
tipo de presidente que nos merecemos?
Aquí los escrito por
Carlos Meléndez. “El show de presidenciables de la Conferencia Anual de
Ejecutivos (CADE) empezó con el stand-up comedy de Alejandro Toledo. Fiel a su
estilo, apeló a la metáfora fácil: “matar la inseguridad”, “romper los candados
de la burocracia”, “la fiesta no ha terminado”. Los aplausos que no pudo ganar
en su exposición los trucó por risas en la ronda de preguntas y respuestas.
Toledo conoce más el mundo que el Perú de los últimos años. Empleó
generalidades para ocultar su desconocimiento: mejorar sueldos para atraer
empleados públicos de calidad, disminuir la inseguridad para atraer la
inversión privada, propuestas que no requieren zoom, pues funcionan en el Perú,
la India o California.
Keiko Fujimori escogió la
táctica del karaoke: sus mejores momentos se basaron en no salirse del guión;
cuando le tocó improvisar, sufrió más de la cuenta. Cuando es fiel al libreto,
luce solvente, una política profesional que recorre de cabo a rabo el país
constatando los obstáculos que enfrenta: Informalidad, conflictividad social e
inseguridad. Cuando se le inquiere en políticas económicas, se agota
rápidamente; no tuvo reparos en caer en la tentación populista –shock de
inversiones sin conocer con precisión las cuentas públicas–, ante un público
que parece eternamente agradecido a su padre.
En César Acuña prevaleció
el ridículo como cancha. Se presentó como un empresario y a la vez trabajador
que ganó todo en la vida, “solo le falta ser presidente”. Para él, la garantía
de un buen gobierno no se basa en programas o equipos, sino en el mérito
propio. Conocer la pobreza no te hace mejor persona, mucho menos presidente. Su
carta de presentación –el emporio de universidades que creó– es también su
talón de Aquiles: una universidad que no es competitiva, no puede ser el
emblema de una promesa política de educación de calidad.
Alan García hizo gala de
prestidigitación. Criticó a los “vendedores de ilusiones”, pero hizo lo propio
con una audiencia empresarial que cree en sus dotes de magia: “más del 6% de
crecimiento anual”, “reducción de la pobreza por debajo del 10%”. Volvió a
ganarse a “los dueños del Perú” tocando las teclas que quieren escuchar:
responsabilidad, antichavismo y Carranza en el MEF. García domina el arte de la
política para conquistar a este tipo de auditorio: empresarios que conocen
mejor los aeropuertos de Kuwait (en palabras de ellos mismos) que las calles de
San Juan de Lurigancho.
Pedro Pablo Kuczynski
entró en modo tecnócrata. Empleó una discusión más técnica que sus rivales. Su
presentación evidenció la mano de su equipo: el énfasis en seguridad y en la
lucha contra el narcotráfico son producto de sus recientes jales.
Fue quien más arriesgó
respondiendo a las preguntas que sus propios asesores le pedían no
pronunciarse: las pensiones de jubilación y las políticas de formalización
laboral. Su honestidad brutal fue apreciada por el auditorio, que parecía más
agradecido por el servicio a los intereses empresariales que entusiasmado por
su candidatura.
Así, CADE dio la largada
a la carrera presidencial con más de lo mismo. Las propuestas de Transparencia
sobre reforma política no tuvieron eco en los candidatos, que ni se molestaron
en referirse a la institucionalidad política. Para los empresarios, la
inversión es todo, tu sed es nada” concluyó.
Reza un viejo adagio, el
tiempo nos libre estos personajes.
Sergio Gonzales Apaza
Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario