¿De quién carajo es la Policía?
¿Cuándo
la policía se vuelve contra las propias personas a las que se debe y se
comprometió a defender, qué nos queda?, ¿Cuándo la policía utiliza los mismos
métodos que utilizan los delincuentes (que se supone persiguen) para incriminar
a terceros, a quién podemos recurrir?, se pregunta el periodista Luis Davelouis
en su blog para referirse a las recientes represiones policiales contra quienes
se oponen al proyecto Tía María, de la minera Southern.
“Dos
agricultores han muerto durante el paro contra el proyecto Tía María.
Victoriano Huayna Nina tenía 62 años y Henry Checlla de 35 años, ambos sin
militancia conocida. ¿Qué cosa lleva a un campesino de esa edad a intentar
bloquear una carretera? Es decir, no está ocioso, no es que esté aburrido y no
tenga nada mejor que hacer. Pero para ponerlo en términos comprensibles para
los indiferentes limeños como yo: su costo de oportunidad entre bloquear la
carretera y tal vez terminar muerto en tal afán y hacer cualquier otra cosa,
resultó ser infinito.
¿Por
qué haría alguien algo así?, ¿acaso no saben que es ilegal bloquear
carreteras?, ¿acaso no han visto en las noticias que siempre hay sangre y hasta
muertos en las marchas?, ¿viviendo en Arequipa, no saben que la policía dispara
si a algún efectivo le parece que tiene que hacerlo?, ¿cuánto le cuesta a
Victoriano, o a Henry, salir a protestar en vez de quedarse en su chacra
trabajando? Afirmar que los muertos -o los que salen a bloquear carreteras, en
general- son unos tarados o unos ignorantes o unos idiotas que se dejaron guiar
por unos agitadores antimineros izquierdistas aprovechadores terrucos, sin
antes responder a estas preguntas es, nada menos, que de débiles mentales.
Exactamente
como sucedió en Pichanaki, donde la protesta tenía años incubándose antes de
que se produjeran las movilizaciones; el proyecto de Southern (empresa con
tremenda reputación, por lo demás), Tía María, se paralizó durante el Gobierno
del expresidente y hoy candidato, Alan García. Aquí no hay ningún nuevo
reclamo, han pasado los años y las inquietudes y temores de la ciudadanía en la
zona de influencia e impacto del proyecto no se han disipado: agua, medio ambiente,
sostenibilidad, bienestar. ¿De quién es esa responsabilidad?
Al
principio, nadie sabía cómo fue que Huayna Nina se hizo la herida a través de
la que se desangró hasta morir. El director de la red de salud de Islay se
limitó a decir que falleció producto de una “lesión externa de grandes vasos en
el miembro inferior derecho” y que sería necesario esperar los resultados de la
necropsia para determinar la verdadera causa de la muerte. En Lima, se filtró
información según la cual la muerte del campesino (decir “ciudadano” sería lo
adecuado) no tenía que ver con la policía pues esta no se encontraba armada
(según declaró el jefe de la Región Policial Sur, general Luis Blanco). Solo
cuando la necropsia confirmó que en efecto se trató de una herida de bala, el
jefe máximo de la policía, el ministro del Interior, José Pérez Guadalupe,
finalmente admitió que un policía pudo haber matado a Victoriano y, por ello,
relevó a los mandos operativos de la zona. Menos a Blanco.
Como
si esa noticia no fuera lo suficientemente trágica, apareció un video, en el
que un policía le “siembra” (coloca como si ya lo hubiera tenido) un
verduguillo (fierro afilado y largo preferido por los delincuentes) a un
manifestante detenido que venía desarmado y le muestra esa mano a un periodista
que convirtió eso en foto de portada.
La
pregunta que me aterra hacer es la siguiente: ¿Cuándo la policía se vuelve
contra las propias personas a las que se debe y se comprometió a defender, qué
nos queda?, ¿Cuándo la policía utiliza los mismos métodos que utilizan los
delincuentes (que se supone persiguen) para incriminar a terceros, a quién
podemos recurrir?, ¿Cuándo la policía te dispara a matar por defender tu
derecho a vivir, de qué desarrollo hablamos? ¿De qué sirven 20 años de crecimiento
y un presidente preso?”
Sergio Gonzales Apaza
Periodista
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