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martes, 10 de enero de 2017

¿De quién carajo es la Policía?


¿Cuándo la policía se vuelve contra las propias personas a las que se debe y se comprometió a defender, qué nos queda?, ¿Cuándo la policía utiliza los mismos métodos que utilizan los delincuentes (que se supone persiguen) para incriminar a terceros, a quién podemos recurrir?, se pregunta el periodista Luis Davelouis en su blog para referirse a las recientes represiones policiales contra quienes se oponen al proyecto Tía María, de la minera Southern.

“Dos agricultores han muerto durante el paro contra el proyecto Tía María. Victoriano Huayna Nina tenía 62 años y Henry Checlla de 35 años, ambos sin militancia conocida. ¿Qué cosa lleva a un campesino de esa edad a intentar bloquear una carretera? Es decir, no está ocioso, no es que esté aburrido y no tenga nada mejor que hacer. Pero para ponerlo en términos comprensibles para los indiferentes limeños como yo: su costo de oportunidad entre bloquear la carretera y tal vez terminar muerto en tal afán y hacer cualquier otra cosa, resultó ser infinito.

¿Por qué haría alguien algo así?, ¿acaso no saben que es ilegal bloquear carreteras?, ¿acaso no han visto en las noticias que siempre hay sangre y hasta muertos en las marchas?, ¿viviendo en Arequipa, no saben que la policía dispara si a algún efectivo le parece que tiene que hacerlo?, ¿cuánto le cuesta a Victoriano, o a Henry, salir a protestar en vez de quedarse en su chacra trabajando? Afirmar que los muertos -o los que salen a bloquear carreteras, en general- son unos tarados o unos ignorantes o unos idiotas que se dejaron guiar por unos agitadores antimineros izquierdistas aprovechadores terrucos, sin antes responder a estas preguntas es, nada menos, que de débiles mentales.

Exactamente como sucedió en Pichanaki, donde la protesta tenía años incubándose antes de que se produjeran las movilizaciones; el proyecto de Southern (empresa con tremenda reputación, por lo demás), Tía María, se paralizó durante el Gobierno del expresidente y hoy candidato, Alan García. Aquí no hay ningún nuevo reclamo, han pasado los años y las inquietudes y temores de la ciudadanía en la zona de influencia e impacto del proyecto no se han disipado: agua, medio ambiente, sostenibilidad, bienestar. ¿De quién es esa responsabilidad?

Al principio, nadie sabía cómo fue que Huayna Nina se hizo la herida a través de la que se desangró hasta morir. El director de la red de salud de Islay se limitó a decir que falleció producto de una “lesión externa de grandes vasos en el miembro inferior derecho” y que sería necesario esperar los resultados de la necropsia para determinar la verdadera causa de la muerte. En Lima, se filtró información según la cual la muerte del campesino (decir “ciudadano” sería lo adecuado) no tenía que ver con la policía pues esta no se encontraba armada (según declaró el jefe de la Región Policial Sur, general Luis Blanco). Solo cuando la necropsia confirmó que en efecto se trató de una herida de bala, el jefe máximo de la policía, el ministro del Interior, José Pérez Guadalupe, finalmente admitió que un policía pudo haber matado a Victoriano y, por ello, relevó a los mandos operativos de la zona. Menos a Blanco.

Como si esa noticia no fuera lo suficientemente trágica, apareció un video, en el que un policía le “siembra” (coloca como si ya lo hubiera tenido) un verduguillo (fierro afilado y largo preferido por los delincuentes) a un manifestante detenido que venía desarmado y le muestra esa mano a un periodista que convirtió eso en foto de portada.

La pregunta que me aterra hacer es la siguiente: ¿Cuándo la policía se vuelve contra las propias personas a las que se debe y se comprometió a defender, qué nos queda?, ¿Cuándo la policía utiliza los mismos métodos que utilizan los delincuentes (que se supone persiguen) para incriminar a terceros, a quién podemos recurrir?, ¿Cuándo la policía te dispara a matar por defender tu derecho a vivir, de qué desarrollo hablamos? ¿De qué sirven 20 años de crecimiento y un presidente preso?”

Sergio Gonzales Apaza

Periodista

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