¿La democracia depende del
crecimiento económico?
Francis
Fukuyama, autor del ensayo “El fin de la Historia”, concedió una entrevista al
destacado periodista Augusto Townsend Klinde del diario El Comercio, publicado
en la sección de economía del diario en mención el día sábado 9 de Octubre.
Dicha entrevista consta de 8 preguntas específicas, de las cuales algunas de
ellas carecen de objetividad; concluyo una vez más que, el autor del ensayo “El
fin de la Historia” publicada en 1989 y posteriormente en 1992 con el fin de
las ideologías, aun le cuesta analizar a la sociedad como un conjunto objetivo,
interrelacionado con lo subjetivo.
Francis
Fukuyama en la última respuesta de la entrevista concedida, señala que “Dada la
enorme cantidad de gente pobre que hay en el mundo, si no apuestas por el
crecimiento, lo único que vas a hacer es redistribuir la pobreza existente”
En primer
lugar, Fukuyama al reconocer que existen pobres y por ende otro grupo que son
ricos, admite la existencia de dos concepciones diferentes de ver el mundo, y
con ello, la subsistencia de dos sectores sociales claramente polarizados que
conviven en una sociedad dividida en clases sociales, con dos posiciones
políticas diferentes, dos ideologías claramente antagónicas, por lo tanto, la
tesis del ensayo “El fin de la Historia”, se cae como torre de papel, ya que es
el mismo autor quien reconoce que el mundo está dividido, de un lado quienes
viven cómodamente, y de otro lado, quienes están excluidos de las riquezas.
En segundo
lugar, seguidamente de la misma respuesta descrita párrafo arriba, manifiesta
que “La existencia de una sociedad democrática depende justamente de que haya
crecimiento económico”. Pues, creer que la democracia depende exclusivamente
del crecimiento económico de los países en su conjunto, es solo vivir en un
mundo de ciencia ficción y estar cegado de la realidad mundial, para lo cual,
analicemos parte de la situación internacional.
Durante los
últimos 10 años, la economía China viene creciendo al 8%, alcanzando su techo
de dos dígitos el 2006 con una PBI de 12.6%, y en plena crisis mundial, creció
5%, fue tal la magnitud de su crecimiento económico que al año del 2008, China
paso a ser la segunda potencia mundial, relegando al Japón a un tercer plano;
sin embargo, si nos referimos a democracia en el país del tigre asiático, las
cosas cambian sustancialmente, pues a nivel mundial China es el país más
censurado en lo que respecta a derechos humanos y democracia plena; pues ahí no
existente la democracia representativa y participativa con derecho a
organizarse y hacer uso de la libertad de expresión, por el contrario, se
caracteriza por ser un gobierno dictador bajo la conducción del Partido Único.
Es decir, bajo el control del Partido Comunista Chino -que de comunista solo
tiene el nombre- ya que su práctica es hegemónico e imperialista; Partido que gobierna
desde el triunfo de la revolución China en 1949, que luego de 1976 en la
dirección de Ten Siao Ping, dio procedencia la restauración del capitalismo,
hoy convertido en país imperialista en relación a los países en desarrollo.
En China se
vive la dictadura más nefasta de la historia, pues no existen los derechos
laborales, no hay derecho a la sindicalización, el salario promedio de un
trabajador es de 2 dólares diarios, en referencia al salario de un trabajador
Latinoamericano que bordea de 5 a 6 dólares diarios aproximadamente.
En este país
asiático, no existe la libertad de opinión y menos la libertad de expresión,
pues la prensa vive sometida y amenazada, desde el 2000 al 2010 se han detenido
a más de 23 periodistas, las cadenas internacionales como CNN o la BBC de
Londres son interceptadas, incluso, el buscador de internet Google u otros, son
censurados, ó, sacados del aire cuando expresan una opinión en contra del
gobierno Chino, y eso no es democracia, por el contrario, evidencia una clara
practica dictatorial, sin embargo, crece económicamente al 8% promedio.
Pero un caso
emblemático en los últimos días que da muestra que China es un país donde reina
la dictadura y que atenta contra la libertad de expresión, opinión, e ideas, es
el encarcelamiento indebido del ciudadano Liu Xiaobo, quien fue detenido en la
plaza del Tian An Men el año del 2008, por el simple hecho de haber pedido al
gobierno Chino reformas democráticas, hecho que no ha sido impedimento para que
el comité Nobel de Noruega le entregue en galardón de Premio Nobel de la Paz
2010, pero al estilo de toda dictadura, el gobierno de China ha mostrado su
malestar e indignación al embajador Noruego; lo que expresa definitivamente que
China no entiende ni comprende que en países donde perdura la democracia, los
poderes del Estado gozan de autonomía como es el caso de Noruega. Estos
acontecimientos de la coyuntura internacional, Francis Fukuyama las obvias,
debo suponer por sus propios intereses, al igual de los países en desarrollo o
potencias económicas que no critican al tigre asiático por las razones de su
relación comercial.
Esto explica
que no necesariamente los países en democracia pueden crecer en sus economías,
sino también lo efectúan los países con gobiernos dictatoriales como China,
Birmania, Polonia, El Congo, etc., y que la contraparte de los países
mencionados como Inglaterra, Alemania, Italia, Perú -que medianamente mantienen
rasgo de ser naciones donde prima la democracia- también crecen económicamente
en su PBI; en consecuencia, no es objetivo señalar que las sociedades en
democracia, son las únicas llamadas a crecer económicamente; en ese contexto,
la tesis de Francis Fukuyama en la entrevista concedida a diario El Comercio el
sábado último, está llena de vacíos políticos e ideológicos, lo que expresa su
carencia de analizar con objetividad nuestra sociedad.
Considero que
la dictadura y la democracia no es un problema a resolver mediante la economía,
o que está, este supeditada a la democracia, sino que, tanto la democracia como
la dictadura tienen como esencia a resolverse dentro de una clase social, sea
burgués o proletaria; es decir, la democracia y la dictadura también tienen su
carácter de clase, ya que es la clase social –burgués o proletaria- la que
plasmará una de las dos opciones de acuerdo a sus intereses propios, sean
sociales o individuales.
Sergio Gonzales Apaza
Periodista
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